"El legado" o "Elogio al sobrentendido"

Título: El Legado
Autora: Sybille Bedford
Editorial: Gatopardo
Página web: http://gatopardoediciones.es/libro/el-legado/ 
Encuadernación: Tapa blanda con solapas 
Número de páginas: 376
PVP: 22.25 €







"Es una historia cerrada, que perdura en el pasado inalterable, intocable, completa, como sumergida en un tanque de cristal sellado. Para mí, nunca fue una historia nueva. Cada segunda mano había tocado una primera: para cada fragmento había aflorado otro: una frase era la clave para recordar el aspecto de alguien, una mentirijilla delataba otra anterior, una insinuación arrojaba luz sobre lo oído en otro momento, o un relato hacía revivir la atmósfera de todo un invierno... ¿Qué recuerdos son suyos y cuáles son míos? No he conocido una época en que las experiencias de los demás no hayan dejado huella en mí. En cierto sentido, también es mi historia."
"El legado" pag. 286, Ed. 2017 


Hay novelas directas, expositivas, claras como el día, que muestran todos sus recovecos en un intento de que nada se le escape al lector, de que nada quede sin explicación. Otras, en cambio, se intuyen, como si el autor o autora se contentara con esbozar las ideas para dejar al lector libre para definirlas, como si de un iceberg se tratara, su mayor parte apenas visible.

"El legado" pertenece al segundo grupo.

Hay algo cosmopolita, chic y un poco decadente en la narración de Sybille Bedford, pues tal es el mundo que describe: la Alemania de finales del siglo XIX y principios del XX. Una Alemania recién unificada, con regiones más francesas que germanas, y la dominación política de Prusia, con su Kaiser a la cabeza. Fue una época convulsa que desembocaría en dos guerras mundiales. La Segunda Guerra mundial es un poco "de esos polvos vendrán esos lodos", es cierto, pero la resaca histórica era enorme y se puede retrotraer a los tiempos que el libro describe.

Las dos familias de las que procede la narradora (a tiempo parcial) también son una expresión de esa Alemania en crecimiento, con sus diferentes estratos sociales y religiones: los nobles católicos del sur y los ricos comerciantes judíos de ciudad. ¿Hay algo más decadente que una familia de nobles alemanes que hablan francés en la intimidad y cuyo único empleo (de tenerlo) solo puede venir de contactos en las altas esferas? ¿Hay algo más netamente alemán que empresarios un poco conservadores a quienes altera que el mundo cambie? La autora describe ambos mundos, ambas familias, con cariño y cierta sorna, porque aunque la novela no es autobiográfica sí que toma mucho de la vida de la propia Bedford.

Si llamo a la narradora "narradora a tiempo parcial" es porque lo es. La voz en primera persona apenas se utiliza en varias fases de la historia, sobre todo al principio y cuando se introduce a la madre de la protagonista, la segunda esposa de su padre (Julius von Felden). El resto de la novela está narrada en tercera persona. Y de hecho, en un primer momento no parece que esté centrada en algo en concreto. Primero habla de la familia de la primera esposa de Julius (los Merz), haciendo mención especial a una anécdota con uno de los hijos. Luego pasa a hablar de uno de los hermanos de Julius y su paso por una academia militar prusiana. Tras esas dos anécdotas, empieza a contar cómo Julius conoce a su primera esposa, algo que cronológicamente ocurre años antes de la primera historia que cuenta sobre los Merz. Parecía un poco deslavazada la novela y no parecía tener verdaderamente un trama, pero lo cierto es que las historias se van uniendo y, esta vez sí, sucediendo en orden cronológico, hasta mostrar no solo una trama, sino incluso un giro final. Y eso he de decir que me sorprendió.

De la misma manera que me sorprendió la manera sutil de desarrollar la historia, con personajes frescos y algo exagerados (rozando el histrionismo en ocasiones) que divertían por su componente de farsa, al tiempo que se hacían atrayentes por todos los secretos y sentimientos que guardaban y que no expresaban del todo. Los diálogos ayudan a esa sensación de incertidumbre, de ocultación, como si todas las conversaciones que leyeras hubieran comenzado antes y tú solo fueras testigo de una parte incompleta de las mismas. A veces esto se hace en momentos cómicos, con varios personajes hablando a la vez y soltando cada uno de ellos una frase que nada tiene que ver con lo que el otro está diciendo. Otras, es un recurso para adentrarte en ese mundo de hipocresía y medias verdades. Para muestra, esta conversación entre Sarah Merz y su amiga Caroline, quien se retraso excusándose en que había estado escuchando el concierto de Brahms:

"—Querida..., esta tarde no tocaban Brahms, sino Schumann; lo sé porque yo estaba.
—¡No! Qué gracia —le sonrió a Sarah con la mirada—. Cariño, entonces puedes decir que me viste.
—Por favor, por favor, querida, ten cuidado. Oh, te lo ruego.
—Tal vez, un poco, para complacerte a ti..., para arrojarles algo a los dioses.
—¿Y se supone que te has cambiado el vestido dentro del taxi? —Su mirada se volvió introspectiva como si buscara un recuerdo—. ¿Y tenías que dejar tan claro que has venido sola en taxi? —dijo Sarah."
pag. 214

¿Adivináis lo que se deja traslucir aquí? Este es un ejemplo típico, tirando a fácil, de lo que hace la novela. Hay momentos donde solo puedes intuir lo que se quiere decir, lo que los personajes están pensando o sintiendo (sensación resaltado por el hecho de tener líneas en francés sin traducir, porque la autora presupone que todo el mundo es tan cosmopolita y lo habla). Solo hay una ocasión donde cierta sospecha que sobrevuela toda la historia se ve confirmada de los labios de uno de los personajes. El resto, se deja a la imaginación del lector.

Y puede que frustre a algunos, pero a mí no me ha molestado. Los personajes lograron envolverme en esta historia lenta, donde se reconstruye la Historia subjetivamente (es decir, Europa y sus gentes no eran exactamente así en esa época, o no del todo, pero sí lo suficiente para que el relato resulte verosímil) y nos muestran un microcosmos de tradiciones, manías y (algo) de cinismo. Puede que Alemania nunca fuera así, pero la Alemania de la autora lo era. No es tanto nostalgia por unos tiempos o un hogar pasados, es más la nostalgia por personas únicas que ya no están aquí. Que tal vez nunca estuvieron salvo en la cabeza de la propia narradora.

Os gustará si:  Os gustan las historias lentas, que no te lo cuenten todo, enterarte de las cosas espiando a través de la rendija de la puerta entreabierta. Si os gusta el periodo de principios de siglo XX en Europa, y más concretamente en Alemania.

No os gustará si: Odiáis las historias lentas, que no parecen ir a ningún sitio, que no parecen tener trama. No os gustan los personajes extravagantes. No os apetece una historia en la que tengáis que poner un poco de vuestra parte y preferís algo más mascadito.

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