"Piel de ciervo" o "la superación del trauma"




 
Título: Piel de ciervo
Autora: Robin McKinley
Traducción: Rebeca Cardeñoso
Editorial: Duermevela
Página web: https://www.duermevelaediciones.es/product/piel-de-ciervo/ 
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 430
PVP: 23.90 € (físico); 9.50 € (eBook)







"-Despierta, niña mía. Te he concedido varios dones, y el mundo ya no es como temes, o al menos no del todo, y podrás ver lo que es bueno y amable, pues creo que ya has visto suficiente de lo otro. En primer lugar, te he concedido el regalo del tiempo; y también otros regalos, uno que deberás descubrir y otro que deberás buscar. Ahora debes despertar, no permitiré que mis regalos se echen a perder"

"Piel de ciervo" pag. 163, Ed. 2023

 

 *Nota: el posfacio de Isabel Clúa explica mejor de lo que yo pueda hacerlo jamás el contexto folklórico de esta novela

Uno de los mitos más curiosos en Literatura es que los cuentos de hadas son cuentos infantiles. No lo son. Los cuentos de hadas son narraciones tradicionales o basadas en el folclore que contienen elementos mágicos o mitológicos. Son "de hadas" porque muchas veces estos seres legendarios tienen protagonismo, pero, y aquí la primera confusión, las hadas no son Campanilla (aunque este personaje ha sufrido una mutación desde su caracterización original) sino que son el pueblo feérico, los duendes, el Bello Pueblo, Los Otros: esas criaturas que viven en un plano existencial que a veces se solapa con el nuestro y cuya moralidad nada tiene que ver con la humana. Son seres que pueden regalarte oro porque les ayudas, o pueden secuestrarte y tenerte 30 años de juerga... o pueden matar a tu hijo bebé porque sí, porque es martes. Son el intento de las gentes que vivían antaño (sobre todo en zonas rurales, donde estaban más expuestos a los elementos) de intentar explicar las desgracias o los hechos que no parecían tener una causa visible, lógica. Esto por supuesto también se ve reflejado en la existencia de brujas en esos cuentos. Mujeres que en la vida real también eran acusadas de lo mismo y juzgadas y a veces incluso quemadas, porque en el pueblo están muriendo las vacas, no conocemos el concepto de enfermedad contagiosa en animales y tenemos que echarle la culpa a alguien. A una mujer, que es más fácil. 

A lo que iba: el mito de que los cuentos de hadas se consideren cuentos infantiles. Se suele hablar de la "disneycificación" de los cuentos tradicionales, y es cierto que las películas animadas de Disney han ayudado a mantener y expandir una visión de estos cuentos que los despojan de sus elementos más adultos. La mencionada Campanilla, por ejemplo, poco tiene que ver originalmente con la Campanilla de Disney que a día de hoy es casi una heroína con alitas que vive en una comunidad de pizpiretas hadas igual de inofensivas y altruistas como ella. Campanilla es muchas cosas, pero si lees "Peter Pan" sabes que altruista no es una de ellas. De nuevo, aunque Disney tiene gran parte de la culpa, esto comenzó antes, con los hermanos Grimm; unos tipos cuyo objetivo original era compilar los cuentos tradicionales de su país de manera académica y recuperar su folclore, porque estaban en pleno Romanticismo y la idea del "volk", el pueblo, era muy importante (no olvidemos que folclore viene de "folk" o "volk"=pueblo y "lore"=todo eso que no se te cuenta explícitamente en los juegos de Miyazaki). Esa era la intención original. Pero claro, estos locuelos llamaron "cuentos para niños" a su antología de cuentos y a ver, originalmente estas narraciones tenían una serie de detalles truculentos o de carácter sexual que para niños, lo que se dice para niños, no eran. Así que en subsiguientes ediciones blanquearon esos detalles para llegar a más gente. Porque lo woke ya imperaba en esos tiempos. 

¿Sabéis quién no blanqueó el carácter obviamente sexual de sus cuentos? Charles Perrault. En parte porque publicó esos cuentos en el siglo XVII (dos siglos antes que los hermanos Grimm), en parte porque no estaban calificados específicamente para niños, y en parte porque era francés y ya sabemos que los franceses están un poco salidos. Charles Perrault es el "autor" de, entre otros, "La Bella durmiente", "Barba azul" o "Piel de asno". Se suele discutir cuánto de los cuentos de Charles Perrault son originariamente suyos y cuántos son simplemente "retellings" de narraciones tradicionales o incluso de historias originales que se escribieron siglos antes. No, el fenómeno "retelling" no es algo moderno. 

¿Por qué esto es importante? Porque "Piel de ciervo" es un retelling de "Piel de asno". Sí, hemos tardado una hora, pero ya hemos llegado a donde teníamos que llegar. "Piel de asno" es un reconfortante y dulce cuento que nos habla de un rey que estaba casado con una reina muy hermosa. Un día la reina enfermó y murió. Pero no sin antes dejarle muy claro a su marido que si iba a casarse con otra solo se le iba a permitir si esa mujer era tan bella como lo era ella. Resultó que con los años esa mujer solo podía ser... la propia hija del rey. Indiferente ante el hecho de que se trataba de un familiar en primer grado por consanguinidad, esto es, más incestuoso que cualquier pareja de "Canción de hielo y fuego" o la serie "Dark", el rey se empeñó en llevar a cabo ese matrimonio y lo que es peor, nadie en el reino movió un dedo para impedírselo, así que la chica huyó y se disfrazó con la piel de un asno para afear su apariencia. A pesar de que el subtexto sexual es tan evidente que es en realidad texto, Perrault en ningún momento da a entender que el rey abusara sexualmente de su hija, indefensa en ese castillo a merced de su padre.

No os preocupéis, que Robin McKinley sí que va ahí.

 Lissar escuchó unos pasos pesados en el sendero, pero fue incapaz de moverse; y cuando la posibilidad de un movimiento la abandonó, también lo hizo la cordura. Un diminuto fragmento de cordura, débil, asustado y agitado, se quedó atrás, como una especie de lealtad desamparada, como la lealtad que dejaba pan y agua en la puerta del vestíbulo, como la lealtad de los familiares que se llevan lo que el verdugo ha dejado. Y esa migaja de cordura parpadeante sabía que no podría soportar lo que iba a ocurrir; y la princesa fue vagamente consciente de ello, y fue consciente de ser consciente, y fue consciente del sonido de las pisadas en el camino, y no se movió, no pudo moverse.
pag. 115

 

Esta es la historia de la superación de un trauma, la superación de una agresión sexual. Esto es explícito. Lo digo como advertencia. Aunque la prosa de McKinley es poética, esa poesía es lo suficientemente gráfica para que te hagas una perfecta idea de toda la escena. No os dejéis engañar por Disney ni por los hermanos Grimm: este es un cuento muy adulto donde los malos no son magos que viven en tierras lejanas, sino gente muy cercana que vive en tu misma casa. 

La forma de escribir de McKinley es también muy densa. Se basa mucho en las descripciones de paisajes y de sentimientos para crear atmósfera y hay muy pocos diálogos. De hecho, al principio me costó entrar y se me hizo algo lento, hasta que la historia me envolvió.

A pesar de que lo que te cuenta es en un principio horrible, esta novela está llena de esperanza. Es tristísima como una lechuga sin aliño, te hace daño innumerables veces, pero el poso que quiere dejar es reconfortante: este trauma se puede superar.

Es cierto que ayuda tener la ayuda mágica de un ser legendario y un perro más fiel que los votantes del PP (Ceniza es el mejor personaje de este libro y me batiré en duelo ante cualquiera que opine diferente), pero la mayor parte depende de la voluntad de una misma. El proceso de sanación es largo, pero de igual manera que las heridas físicas pueden restañarse, también las emocionales o psíquicas pueden curarse. Y no tienes por qué estar sola, no debes sufrir una condena por esto, no es culpa tuya.

Tan importante como poner el foco en la existencia de la violencia sexual me parece el subrayar la superación de dicha violencia. El dolor sin catarsis siempre me ha parecido nihilista. Agradezco que esta novela ni se ensañe en mostrar la agresión, ni dulcifique el proceso de recuperación, pero al mismo tiempo deje claro que esa recuperación es posible.

"Piel de ciervo" es la recuperación de una autora inédita en nuestro país y es lógico que venga ahora de la mano de Duermevela, una editorial que publica dos tipos de libros: los escritos por autores (del extranjero) con una visión diferente de la Fantasía y la reedición (o incluso primera edición) de autoras clásicas del género que por lo que sea han sido olvidadas. Como es habitual, la edición está muy cuidada, tanto en el aspecto de la traducción (a cargo de Rebeca Cardeñoso), como de la ilustración (cubierta obra de Eva Sánchez Gómez). El posfacio corre a cargo de Isabel Clúa y, de nuevo, es una mejor lectura que cualquier cosa que haya podido decir yo (el 90% de lo que yo digo son chorradas).

A mí, aunque al principio se me hizo dura (tanto por densidad como por temática), es una lectura que me ha encantado, y aunque estamos a principios de 2024, va a ser un libro que va a estar alto en mi lista de Fantasía leídos este año. No voy a amenazar a nadie para que lea esta novela, porque eso sería pasarse. No os preocupéis por la pistola encima de la mesa, es meramente decorativa. Sí, aunque esté cargada.

¡Por favor leed esta novela necesito comentarla con alguien!


Os gustará si: Os gustan los retellings de cuentos clásicos, las novelas con mucha atmósfera, las historias de superación o los perros, así, en general.

No os gustará si: no estáis en el estado emocional apropiado para tragaros una historia de violación y el trauma subsiguiente, los cuentos tradicionales no son lo vuestro u odiáis a los perros, así, en general.



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