"Uno de los nuestros" o "Destino Manifiesto"


Título: Uno de los nuestros
Autora: Willa Cather
Editorial: Nórdica libros
Página web: http://www.nordicalibros.com/uno-de-los-nuestros
Encuadernación: Rústica
Número de páginas: 504
PVP: 22.50 € (papel); 11.99 € (eBook)






"Mientras el buque se deslizaba por el canal de salida, el viejo siguió observándolo desde la cubierta del castillo. Ese clamoroso enjambre de brazos y gorras y rostros marrones no parecía otra cosa que una multitud de chicos americanos yendo a un partido de fútbol en algún lugar. Pero la escena era eterna: jóvenes que se alejaban para morir por una idea, un sentimiento, por el mero sonido de una frase... y en su partida le estaban haciendo promesas a una imagen de bronce en el mar."

"Uno de los nuestros" pag. 300, Ed. 2013

Willa Cather es una escritora excepcional, y lo digo incluso teniendo en cuenta que esta novela suya no me ha convencido.

Hay pocos escritores que hayan descrito con tanta exactitud (y belleza) la creación de ese Estados Unidos mediante la inmigración masiva de europeos que crearon una sociedad multicultural, sí, pero dominada por europeos blancos, lo cual desembocaría en las ansias expansionistas, el Destino Manifiesto heredado de los británicos, la "excepcionalidad estadounidense". Willa Cather solo vivió el principio de ello, pero fue una gran cronista de ese proceso.

Emigrantes que habían conseguido sacarse una vida en las tierras de los Estados Unidos (matando y encerrando a los nativos en las reservas, no lo olvidemos), pequeños o prósperos agricultores de la "América profunda" que podrían haber vivido pacíficamente, lejos del mundanal ruido. Pero no. Eso era aburrido. Ansiaban aventuras, ansiaban ser grandes y reconocidos por la Historia como sus antepasados europeos. Teddy Roosvelt dejó muy claras las intenciones de Estados Unidos en la frase: "América para los Americanos". América era todo el continente, pero por "americanos" solo se refería a los estadounidenses. Es importante recalcar esto: Willa Cather siempre habla de los descendientes de europeos blancos. No de los inmigrantes chinos explotados en la construcción de las vías de tren, no de los exesclavos y descendientes de esclavos negros, no de los nativos americanos, o de los originarios mexicanos que de repente se vieron estadounidenses por el proceso de anexión; no, blancos en un mundo de blancos. 

Todo este rollo macabeo es necesario para poner en contexto la novela, para saber de lo que trata. Aunque hasta la tercera parte de la misma no lo sepas. Y para eso has tenido que leerte como 300 páginas. Hasta entonces no es más que la crónica algo deslavazada de Claude Wheeler, un joven del Medio Oeste americano que desearía algo más, no sabe el qué, y que continuamente vive una vida de decepciones. Es una mente inquieta y con aspiraciones intelectuales que, sin embargo, debe conformarse con trabajar en la granja de su familia, con vivir en una comunidad rural y más bien cerrada. Y así va viviendo su vida, con pequeñas anécdotas, un tono costumbrista y un ritmo pausado. Hasta que la situación en Europa resuena incluso en un lugar tan apartado como su pueblo.

Un consejo: NO LEÁIS LA SINOPSIS DEL LIBRO. Os desvela todo lo que ocurre en la novela. De forma resumida, pero todo. Sí, la historia no cuenta más. 

En cierto sentido me recordaba a Stoner de John Williams (que es una novela posterior), si el protagonista de dicha novela no hubiera seguido en la universidad y se hubiera alistado para ir a la guerra. Tras leer ambas novelas me dio por pensar cómo cambia la vida de la gente por ciertas decisiones.

En cualquier caso, Uno de los nuestros me pareció una novela con un ritmo desigual, o, más concretamente, con un ritmo lento que le venía mejor o era un obstáculo, según el momento. Extrañamente, la parte donde Claude trabaja en la granja y simplemente deja el mundo pasar frente a sí me pareció la más interesante y atractiva. Willa Cather tenía un don para describir los paisajes norteamericanos y dar esa sensación de que hombre y tierra están compenetrados. Hay más acción hacia el final del libro, pero no me pareció tan atrayente. Y que no se me entienda mal, Cather escribe acción igual de bien que escribe el simple pasar de las estaciones. Pero su forma de escribir sobre ese Medio Oeste americano y sus gentes que estaban en proceso de cambio me fascina.

"Ahora, los huertos que habían sido cuidados y atendidos con tanto esmero veinte años atrás morían abandonados. Les costaba menos coger el coche para ir al pueblo en busca de la fruta que necesitaban que cultivarla ellos mismos.

La propia gente había cambiado. Podía recordar cuando todos los granjeros de la comunidad eran cordiales los unos con los otros; ahora estaban continuamente poniéndose demandas. Sus hijos eran igual de tacaños y avariciosos, o derrochadores y perezosos, y siempre estaban causando problemas. Evidentemente, hacía falta más inteligencia para gastar dinero que para ganarlo".
Pag. 124

Es precisamente la pluma de Cather la que ha hecho que siga leyendo una historia que, en su gran parte, no me llegó a enganchar. Hubo momentos, sí, pero dado que la novela llega a tener sentido completo solo hacia el final de la historia (el personaje sufre una revelación casi al mismo tiempo que el lector) se siente un poco desestructurada, como perdida, y eso me frustraba.

No puedo decir que sea una mala novela, porque no lo es, de ninguna manera, pero sí debe el lector acercarse a ella en un momento que quiera una historia reposada y reflexiva que hable sobre aquella generación estadounidense que se despertó al mundo.


Os gustará si: os gustan las historias costumbristas, el campo y sus gentes, la creación de los Estados Unidos modernos como imperio homogeneizador, o los dramas sencillos.

No os gustará si: queréis una historia de acción o con mucho ritmo, u os aburrís con la simple narración de un tipo sencillo con aspiraciones sencillas que nunca dejará una huella en la historia, aunque luche por ello.



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